Científicos han descubierto recientemente un sorprendente dinosaurio, Koleken inakayali, que tenía una apariencia inusual con un rostro aplanado y brazos diminutos. Este hallazgo, realizado en la Patagonia, revela nuevos aspectos de la diversidad de los depredadores del Cretácico Superior.
Representación artística del nuevo dinosaurio descubierto, Koleken inakayali. Crédito: Gabriel Díaz Yantén
Koleken inakayali, que medía 5 metros de largo, era un depredador formidable de su época. Sus fósiles fueron descubiertos en la formación La Colonia en Patagonia y fueron objeto de un estudio publicado recientemente en Cladistics. Perteneciente a la familia de los Abelisauridae, K. inakayali era un depredador dominante del antiguo supercontinente Gondwana.
Los Abelisauridae, como K. inakayali, desempeñaban un rol similar al del Tyrannosaurus rex en América del Norte. A pesar de sus diminutos brazos, estos dinosaurios eran cazadores temibles, gracias a sus poderosas patas traseras y su robusto cráneo. El cráneo de K. inakayali se distinguía por su forma aplanada, comparable a la de un pug.
El equipo dirigido por Michael Pittman descubrió estos fósiles en 2015 en el desierto patagónico. Las excavaciones, que se extendieron a lo largo de varios años, permitieron recuperar un esqueleto parcial que incluye huesos del cráneo, la cola y piernas casi completas. La National Geographic Society financió esta investigación.
K. inakayali coexistía con otro abelisaurido, Carnotaurus sastrei, descubierto en 1985 en la misma formación geológica. A diferencia de C. sastrei, que tenía cuernos y medía 8 metros de largo, K. inakayali carecía de ellos y era más pequeño.
Reconstrucción de la cabeza de Koleken inakayali. Crédito: Gabriel Díaz Yantén
El nombre del género "Koleken" proviene de una palabra Teushen que significa "proveniente del barro y del agua", en referencia a las rocas arcillosas donde se encontraron los fósiles. El nombre de la especie "inakayali" rinde homenaje a Inakayal, un jefe de los Tehuelches que se opuso a la campaña militar argentina del siglo XIX.
El estudio de la evolución de los abelisauridos revela que su éxito se debe en parte a una rápida evolución de sus cráneos. Esta rápida adaptación les permitió explorar nuevos nichos ecológicos y dominar su entorno.