Un estudio arroja una luz sorprendente sobre el insomnio, un trastorno del sueño muy extendido que afecta entre el 5 y el 10 % de los adultos. A pesar de la sensación frecuente de un sueño perturbado en estas personas, parece que los mecanismos de regulación del sueño generalmente permanecen funcionales.
En este estudio, dirigido por Carlotta Schneider bajo la supervisión del profesor Christoph Nissen, los investigadores compararon a 30 personas sanas con 30 pacientes que padecían insomnio. El experimento consistía en despertar voluntariamente a los participantes durante su sueño profundo mediante un brazalete vibratorio, para luego preguntarles inmediatamente si estaban durmiendo o despiertos en el momento del despertar.
Sorprendentemente, las respuestas fueron similares en ambos grupos. Aproximadamente la mitad de las personas pensaba que estaba durmiendo, mientras que la otra mitad se sentía despierta. Las mediciones de la actividad cerebral mostraron una correspondencia general entre la impresión de los participantes y su estado cerebral real: los participantes que se sentían despiertos a menudo tenían una actividad cerebral cercana al estado de vigilia, a pesar de haber registrado previamente un estado de sueño profundo. Este resultado fue similar tanto en personas con insomnio como en aquellas sanas.
Sueño o vigilia: una frontera difusa
Este descubrimiento respalda la idea de que la frontera entre el sueño y la vigilia es más flexible de lo que se pensaba. En realidad, nuestro cerebro parece oscilar constantemente entre estos dos estados, incluso durante las fases profundas del sueño. Este fenómeno, llamado "continuo sueño-vigilia", explica en parte por qué algunas personas con insomnio perciben su sueño como insuficiente o perturbado, aun cuando sus ciclos de sueño permanecen normales.
Los resultados, publicados en la revista
Scientific Reports, muestran que la terapia cognitivo-conductual para el insomnio (TCC-I) podría ser particularmente beneficiosa, incluso debería priorizarse frente a los medicamentos.
Estos resultados sugieren que las dificultades relacionadas con el insomnio podrían verse amplificadas por mecanismos psicológicos, emocionales o conductuales acumulados con el tiempo. En lugar de recurrir directamente a los medicamentos, a menudo asociados con riesgos de efectos secundarios o dependencia, la TCC-I representa por tanto un enfoque eficaz para ayudar a los pacientes a gestionar mejor su sueño.
Esta investigación, realizada por científicos de los Hospitales Universitarios de Ginebra (HUG), la Universidad de Ginebra (UNIGE) y la Universidad de Berna (UniBE), también abre la puerta a nuevos estudios sobre el concepto de continuo sueño-vigilia y sobre las mejores formas de tratar el insomnio sin medicamentos.