Varias lluvias de meteoros atraviesan nuestra atmósfera este mes de noviembre, creando estelas luminosas visibles a simple vista desde la Tierra. Este fenómeno astronómico regular resulta del encuentro entre nuestro planeta y corrientes de polvo cósmico. Las condiciones de observación previstas para este año hacen que este evento sea particularmente interesante para los aficionados a la astronomía.
Estas lluvias de estrellas fugaces corresponden a períodos en los que la Tierra cruza la órbita de cometas que han dejado detrás nubes de partículas. Al penetrar en nuestra atmósfera a muy alta velocidad, estos desechos espaciales se calientan y crean las estelas luminosas que observamos desde el suelo. El mes de noviembre es tradicionalmente rico en este tipo de manifestaciones celestes con tres lluvias principales que se suceden en el cielo nocturno.
Las Táuridas, meteoros singulares
Las Táuridas del Sur alcanzaron su máxima intensidad alrededor del 4 de noviembre. Esta lluvia se distingue por su largo período de actividad que se extiende durante varias semanas. Los meteoros que la componen son conocidos por su luminosidad excepcional y su relativa lentitud en comparación con otras lluvias. Su velocidad de entrada en la atmósfera ronda los 27 kilómetros por segundo, permitiendo una observación más fácil.
El radiante de las Táuridas, punto del que parecen provenir los meteoros, se sitúa en la constelación de Tauro. Esta región del cielo es fácilmente localizable gracias al cúmulo de las Pléyades que sirve como punto de referencia visual. Las Táuridas del Norte, por su parte, alcanzaron su pico de actividad alrededor del 11 de noviembre, presentando características similares a su homóloga del Sur con una frecuencia de aproximadamente cinco meteoros por hora.
La particularidad de las Táuridas reside en su producción regular de bolas de fuego, meteoros particularmente brillantes que pueden superar en intensidad luminosa al planeta Venus. Estos fenómenos espectaculares resultan de fragmentos de tamaño más grande que el promedio, provenientes probablemente del cometa Encke. Su observación no requiere ningún instrumento óptico particular.
Las Leónidas, una lluvia con sorpresas potenciales
Las Leónidas representarán el punto culminante del mes con su pico previsto los días 16 y 17 de noviembre. Esta lluvia generada por el cometa Tempel-Tuttle se caracteriza por la alta velocidad de sus meteoros, pudiendo alcanzar 70 kilómetros por segundo. Su estela luminosa a menudo persiste varios segundos después de su paso, ofreciendo un espectáculo impresionante.
La constelación de Leo, situada en la parte este del cielo, servirá como punto de referencia para localizar el radiante de las Leónidas. El mejor momento para la observación se sitúa entre medianoche y el amanecer, cuando la constelación alcanza su posición más alta en el cielo. La frecuencia habitual ronda los quince meteoros por hora en condiciones óptimas.
La historia de las Leónidas está marcada por episodios excepcionales en los que la actividad aumentó considerablemente, creando verdaderas tormentas de meteoros. La periodicidad de estas tormentas está relacionada con el retorno del cometa progenitor en el sistema solar interno, con próximos picos de actividad intensa esperados alrededor de 2031 (el último evento importante data de 2002).