Los diamantes albergan secretos sobre la historia profunda de nuestro planeta. Su estudio proporciona pistas sobre los movimientos de las placas tectónicas y la formación de supercontinentes. La famosa mina de Kimberley en Sudáfrica, descubierta en 1869, se hizo conocida por sus diamantes, incluyendo el "Star of Africa". Las kimberlitas, las formaciones rocosas de donde provienen estos diamantes, tienen un origen profundo y son raras.
Estos magmas ascienden desde las capas más antiguas y profundas de la Tierra, arrastrando diamantes formados bajo una gran presión en la litosfera, a veces incluso más allá, en la capa sublitósferica. Investigaciones recientes sugieren que las erupciones de kimberlitas y la formación de diamantes están estrechamente relacionadas con los ciclos de los supercontinentes. De hecho, estudios indican una correlación entre los períodos de actividad de las kimberlitas y la fragmentación de supercontinentes como Rodinia y Pangea.
Los científicos exploran los misterios que rodean la formación de las kimberlitas, especialmente su composición química y su habilidad para atravesar los cratones, los núcleos estables de los continentes. Modelos informáticos recientes sugieren que el proceso de rift continental juega un papel clave, facilitando el ascenso de las kimberlitas hacia la superficie. Estas dinámicas parecen extenderse progresivamente hacia el interior de los continentes, explicando los picos de actividad de las kimberlitas tras la fragmentación de los supercontinentes.
Además, los propios diamantes ofrecen pistas sobre la formación y evolución de los continentes. Estudios de diamantes formados a grandes profundidades revelan información sobre los procesos de subducción y crecimiento continental. Algunos diamantes podrían contener incluso materiales de la frontera entre el manto y el núcleo terrestre.
Los diamantes antiguos y aquellos provenientes de profundidades extremas podrían arrojar luz sobre períodos clave en la historia de la Tierra, como el inicio de la subducción generalizada o la aparición de la vida en los océanos. Sin embargo, para avanzar en estas investigaciones, los científicos necesitan comprender mejor la edad de los diamantes y tener acceso a más ejemplares antiguos y profundos.