La capacidad de percibir la dirección de la mirada es crucial para las interacciones sociales diarias. Nuestro cerebro descifra rápidamente la dirección de los ojos para facilitar la comunicación.
Un estudio reciente de la Universidad de Ginebra (UNIGE), publicado en
NeuroImage, ha identificado precisamente el momento en que nuestro cerebro detecta esta dirección. Este descubrimiento es significativo para la comprensión de condiciones como el autismo y podría ofrecer perspectivas de tratamiento para la enfermedad de Alzheimer.
Imagen de ilustración Pixabay
Desde nuestro nacimiento, los rostros son los estímulos visuales que encontramos con mayor frecuencia. El cerebro sobresale en memorizar los rostros e interpretar sus señales. Un contacto visual directo señala un interés social, mientras que evitar la mirada comunica un mensaje diferente. Sin embargo, la mayoría de las investigaciones anteriores se han centrado únicamente en los ojos, omitiendo factores como la orientación de la cabeza.
Los investigadores de la UNIGE emplearon avatares en 3D para estudiar la percepción de las orientaciones de la cabeza y la mirada por parte de los participantes. En una tarea, los participantes debían identificar la orientación de la cabeza, y en otra, la dirección de los ojos. Utilizando el electroencefalograma (EEG), el equipo logró descifrar estos procesos de manera independiente.
El estudio demostró que el cerebro procesa primero la orientación de la cabeza a los 20 milisegundos, luego la dirección de los ojos a los 140 milisegundos. Esta jerarquía permite integrar estas dos señales para una percepción precisa de la mirada. Domilė Tautvydaitė, postdoctorante en la Facultad de Psicología y Ciencias de la Educación de la UNIGE, explica que esta organización jerárquica facilita la integración de la información.
La investigación utilizó métodos avanzados que combinan el EEG y el aprendizaje automático para predecir con precisión la percepción de las direcciones de la cabeza y la mirada, incluso antes de que los participantes fueran conscientes de ello. Según Nicolas Burra, este método representa un avance significativo en la comprensión de estos procesos cognitivos.
En los trastornos del espectro autista, las personas pueden tener dificultades para interpretar la dirección de la mirada y evitar el contacto visual. De igual manera, la enfermedad de Alzheimer puede alterar la memoria y causar un retraimiento social, afectando las relaciones. Comprender cómo el cerebro detecta la dirección de la mirada es crucial para enfrentar estos desafíos.
Estos descubrimientos y métodos podrían ayudar a diagnosticar el autismo más temprano en los niños. En cuanto al Alzheimer, la dificultad para reconocer rostros, incluso los de los seres queridos, es un síntoma notable. Las investigaciones del ESClab de la UNIGE y la Universidad McGill buscan profundizar la comprensión de estos procesos neuronales en las interacciones sociales y la memoria.