Por Clément Lemineur, Clément Naveilhan y François Dernoncourt - Universidad Côte d'Azur
Es lunes por la mañana, el despertador suena y ya son las 7:30, vas con 30 minutos de retraso. Normalmente necesitas 45 minutos de caminata para recorrer los 3 kilómetros que te separan de tu lugar de trabajo, pero esta mañana serán 20 minutos corriendo. Sin embargo, a la hora del almuerzo te sientes más cansado y tienes la impresión de haber gastado más energía de lo habitual en el trayecto. Sin embargo, has recorrido la misma distancia que los otros días, ¿cómo es eso posible?
El gasto calórico asociado a una actividad se llama "costo metabólico", y corresponde a la energía consumida por nuestros órganos para recorrer una distancia determinada. Es posible determinar este costo metabólico analizando los intercambios gaseosos. En función del oxígeno consumido y del dióxido de carbono producido, se estima la cantidad de energía gastada por nuestro organismo, y así el costo metabólico. Gracias a este método, ya en los años 70, los
investigadores habían respondido a nuestra pregunta.
Así, y quizás esto no te sorprenda tanto, correr consume más energía que caminar para una misma distancia recorrida. ¿Cómo se explica esto?
Energía perdida al correr
Imagina que estás viendo a alguien correr. Ahora, observa atentamente el desplazamiento vertical (de arriba a abajo) de su pelvis y su cabeza. Como se puede ver en la figura, al correr, nuestro cuerpo oscila más verticalmente que al caminar.
Esto implica que los músculos de las extremidades inferiores deben generar más fuerza para producir este desplazamiento vertical, lo cual consume más energía sin acercarnos a nuestro destino. Por lo tanto, al correr, una
parte de la energía gastada se utiliza en moverse hacia arriba en lugar de hacia adelante. La energía necesaria para recorrer esos 3 km es, por lo tanto, más alta al correr que al caminar.
Correr implica una oscilación vertical del centro de masa mucho más importante que la de caminar. Esta es la principal razón que explica que correr sea más consumidor de energía que caminar para una misma distancia recorrida.
François Dernoncourt, Proporcionado por el autor
Esta diferencia entre caminar y correr no se limita solo a lo que sucede durante la realización de la actividad en sí. De hecho, cada ejercicio físico provoca un gasto energético diferido en el tiempo, que se suma al gasto durante la actividad.
Tomando en cuenta este parámetro, una vez más correr es más consumidor de energía que caminar. Justo después de haber corrido tus 3 km, el consumo energético aumentado (en comparación con el reposo) persiste durante varios minutos debido, en particular, a la elevación de la temperatura corporal y a la reconstitución de las reservas de energía. Este gasto adicional después de correr sería
más del doble del observado después de caminar, debido a la diferencia de intensidad entre los dos ejercicios.
Todo depende de la velocidad
Correr implica entonces un gasto calórico superior al de caminar para una misma distancia recorrida. Pero esto es bajo la condición de que la velocidad de caminata considerada sea "normal", es decir, alrededor de 5 km/h. Así, si caminamos muy lentamente, nos tomará tanto tiempo recorrer esos 3 km que el gasto calórico será mayor al final. Esto se explica porque el cuerpo gasta de todas formas una cierta cantidad de energía por unidad de tiempo, independientemente de la actividad realizada (esto es lo que se llama el "metabolismo basal").
Lo mismo sucede si la velocidad de caminata es muy rápida (
más de 8 km/h): correr es más eficiente energéticamente. En este caso, la coordinación requerida para caminar a tal velocidad implica una mayor activación de nuestros músculos sin poder beneficiarse de la elasticidad de nuestros tendones como sucede al correr.
De hecho, tenemos una percepción intuitiva muy precisa de la eficiencia energética de un estilo de locomoción en particular. Si nos desplazamos en una cinta de correr cuya velocidad aumenta gradualmente, la velocidad de la cinta a la que pasamos espontáneamente de caminar a correr coincide con la
velocidad a partir de la cual es más consumidor de energía caminar que correr.
Modelización del costo metabólico (kilocalorías gastadas por kilogramo por kilómetro recorrido) en función de la velocidad (kilómetros por hora) para la caminata y para la carrera. Las curvas se cruzan a una cierta velocidad (línea violeta; alrededor de 8 km/h): esto significa que a partir de esta velocidad, caminar se vuelve más consumidor de energía que correr. Es aproximadamente a esta velocidad umbral que las personas pasan espontáneamente de caminar a correr.
François Dernoncourt, Adaptado de Summerside et al., Proporcionado por el autor
En conclusión, debido a una mayor oscilación del centro de masa, así como a un gasto energético aumentado después del ejercicio, ir al trabajo corriendo es más costoso en términos de energía que recorrer la misma distancia caminando. Pero no olvides, ya sea que elijas ir al trabajo caminando o corriendo, lo más importante es que ya estás ahorrando energía.