Un estudio reciente llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Bonn en Alemania y la Universidad Hebrea de Jerusalén sugiere que el tetrahidrocannabinol (THC), principal componente psicoactivo del cannabis, podría revertir algunos efectos del envejecimiento cerebral.
Al administrar bajas dosis de THC durante un período prolongado a ratones envejecidos, los científicos observaron una mejora en las funciones cognitivas, así como una reducción de los signos metabólicos del envejecimiento.
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Los investigadores se centraron en la vía celular mTOR, una proteína clave que regula el metabolismo y el envejecimiento de las células. El estudio reveló que el THC inicialmente estimula la actividad de mTOR en el cerebro, lo que favorece la producción de energía y de proteínas sinápticas, esenciales para la formación y el mantenimiento de las conexiones neuronales. Esta actividad incrementada en el cerebro es seguida por una disminución de la actividad de mTOR en otros tejidos, como las grasas y la sangre, recordando los efectos beneficiosos de una dieta hipocalórica.
Para llevar a cabo esta investigación, los científicos administraron THC a ratones durante 28 días, monitoreando el efecto de este tratamiento en sus funciones cerebrales y su metabolismo. Los resultados muestran que el tratamiento con THC aumentó temporalmente la actividad de mTOR en el hipocampo, una región del cerebro esencial para el aprendizaje y la memoria. Además, esta estimulación condujo a un incremento de proteínas sinápticas, tales como la sinaptofisina y la PSD-95, reforzando así las conexiones neuronales.
De manera sorprendente, los investigadores también constataron una disminución de la actividad mTOR en el tejido adiposo de los ratones tratados, similar a los efectos de una dieta baja en calorías. Esta baja de actividad podría contribuir a los efectos anti-envejecimiento observados. Esta dualidad en el efecto del THC podría explicar su potencial para proteger el cerebro del envejecimiento, al tiempo que regula los procesos metabólicos en el organismo.
Sin embargo, los resultados de este estudio, aunque prometedores, deben tomarse con cautela. El modelo animal utilizado presenta diferencias significativas con los seres humanos, y se requieren más investigaciones para confirmar si estos efectos pueden reproducirse en personas. Además, el estudio plantea preguntas sobre la seguridad a largo plazo del uso de THC, en particular en lo que se refiere a las dosis óptimas y los posibles efectos secundarios.
Esta investigación abre el camino a nuevos enfoques terapéuticos para combatir el declive cognitivo relacionado con la edad, explorando los potenciales efectos protectores del THC en el cerebro envejecido.