Los vientos transportan mucho más que polvo. Ocultan organismos inesperados: microbios que recorren miles de kilómetros sobre nuestras cabezas. Este descubrimiento podría cambiar nuestra percepción de los peligros atmosféricos.
Estos microbios, invisibles pero presentes, alcanzan alturas vertiginosas, desafiando las condiciones extremas de la alta atmósfera. Los científicos apenas comienzan a comprender su intrigante recorrido y sus posibles consecuencias.
Un equipo de investigadores españoles y japoneses recolectó muestras de aire hasta los 3,000 metros de altitud. Los resultados son sorprendentes: se encontraron cientos de tipos de bacterias y hongos en ellas. Entre ellos, algunos patógenos conocidos, como Escherichia coli y especies de Staphylococcus.
Estos microorganismos no provienen de una fuente local. Al analizar los vientos, los investigadores determinaron que la mayoría procedía de regiones agrícolas de China. Los vientos no solo transportarían microbios, sino también elementos derivados de pesticidas y fertilizantes.
Los investigadores se quedaron especialmente asombrados por la diversidad de microbios recogidos. Se identificaron más de 266 tipos de hongos y 305 géneros de bacterias. Algunos de ellos son incluso resistentes a los antibióticos, un fenómeno preocupante en el contexto actual de resistencia microbiana.
La supervivencia de estos microbios a altitudes tan elevadas es aún más sorprendente, ya que están expuestos a condiciones hostiles: intensa radiación UV, falta de humedad y nutrientes. Sin embargo, los microorganismos persisten, probablemente protegidos por las partículas de aerosoles a las que se adhieren.
Aunque la concentración de microbios en la alta atmósfera es baja, los investigadores sugieren monitorear esta "migración microbiana" para comprender mejor sus posibles impactos en la salud humana. Hacen un llamado a integrar este monitoreo en los sistemas de salud pública.
Estos descubrimientos podrían inaugurar una nueva era en el estudio de las enfermedades aéreas. Después de todo, no solo son granos de polvo los que cruzan los continentes, también formas de vida microscópicas con efectos potencialmente devastadores.