Las agencias espaciales están movilizando actualmente sus sondas diseñadas para explorar Marte y Júpiter con el fin de seguir al objeto interestelar 3I/ATLAS durante su paso por nuestro Sistema Solar. Este cometa proveniente de más allá de nuestro sistema planetario ofrece una oportunidad única para estudiar materia procedente de otro sistema.
Detectado por primera vez en julio de 2025 por el sistema de telescopios ATLAS en Chile, este cometa se distingue por su origen extrasolar confirmado por su trayectoria hiperbólica y su impresionante velocidad de 210.000 km/h. Los astrónomos pudieron observarlo desde la Tierra hasta septiembre de 2025, pero su acercamiento al Sol hizo que las observaciones terrestres fueran cada vez más difíciles. Esta breve ventana de observación terrestre motivó a las agencias espaciales a utilizar sus misiones ya en curso para continuar el estudio de este objeto excepcional.
Imagen del cometa 3I/ATLAS capturada por el telescopio Gemini Sur Crédito: International Gemini Observatory/NOIRLab/NSF/AURA/Shadow the Scientist
Las misiones marcianas de la ESA y la NASA juegan un papel determinante en esta campaña de observación espacial. Entre el 1 y el 7 de octubre de 2025, los orbitadores Mars Express y ExoMars Trace Gas Orbiter monitorizaron el paso del cometa cerca de Marte, con una distancia mínima de 30 millones de kilómetros alcanzada el 3 de octubre. La misión Psyche de la NASA, en ruta hacia el cinturón principal de asteroides entre Marte y Júpiter, también contribuyó a esta recolección de datos desde su posición privilegiada en el Sistema Solar interno.
La misión JUICE (Jupiter Icy Moons Explorer) de la ESA toma el relevo entre el 2 y el 25 de noviembre de 2025, período crucial que corresponde al perihelio del cometa, es decir, su punto más cercano al Sol. Esta fase de actividad máxima, donde los hielos del núcleo cometario se vaporizan bajo el efecto de la radiación solar, permite analizar la composición química completa del objeto. Los instrumentos de JUICE capturarán así la emisión de gases y polvo formando la cabellera luminosa y la cola característica del cometa.
El análisis de esta firma química ofrece perspectivas para la comprensión de la formación de los sistemas planetarios. Si la composición de 3I/ATLAS se parece a la de los cometas de nuestro Sistema Solar, esto podría indicar procesos de formación similares a través de la galaxia. Por el contrario, diferencias marcadas revelarían materiales exóticos provenientes de otro sistema estelar, enriqueciendo nuestros conocimientos sobre la diversidad cósmica.
Mapa que muestra la trayectoria del cometa interestelar 3I/ATLAS en nuestro Sistema Solar Crédito: ESA
Estas observaciones coordinadas desde el espacio permiten sortear las limitaciones de los telescopios terrestres y estudiar el cometa durante su fase más activa. Los datos recogidos por las diferentes misiones espaciales proporcionarán así la información más detallada jamás obtenida sobre un objeto interestelar.
Los objetos interestelares: mensajeros de otros sistemas estelares
Los objetos interestelares como 3I/ATLAS son cuerpos celestes que no están ligados gravitacionalmente a una estrella particular y viajan libremente por el espacio interestelar. Su detección sigue siendo rara porque atraviesan nuestro Sistema Solar a gran velocidad y son generalmente de pequeño tamaño.
Estos visitantes cósmicos pueden ser cometas, asteroides o fragmentos planetarios eyectados de su sistema de origen durante perturbaciones gravitacionales. Su estudio permite a los astrónomos analizar directamente materia proveniente de otros sistemas planetarios sin tener que recorrer las inmensas distancias que nos separan de ellos.
La velocidad y la trayectoria de estos objetos son los principales indicadores de su origen interestelar. Al contrario que los cuerpos del Sistema Solar que siguen órbitas elípticas alrededor del Sol, los objetos interestelares presentan trayectorias hiperbólicas que los hacen entrar y salir de nuestro sistema sin ser capturados.
El análisis de su composición química revela información valiosa sobre las condiciones de formación de los sistemas planetarios en otros lugares de la galaxia, haciendo de cada detección una oportunidad científica excepcional.