Expresar tus frustraciones a un amigo puede parecer beneficioso, pero no necesariamente disminuye la ira. Además, este comportamiento puede atraer la simpatía de tu amigo, aunque no siempre es así.
Esto es lo que demuestra un estudio realizado por un equipo de psicólogos de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA). Según sus resultados, esta práctica puede fortalecer los lazos de amistad, pero solo si se hace de manera sutil y sin aparentar agresividad.
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En el marco de su investigación, los psicólogos observaron que las personas que escuchan a un amigo quejarse de alguien más se sienten más cercanas al quejoso. También tenían tendencia a apreciar menos a la persona criticada. Sin embargo, este efecto positivo aparece solo si el amigo que se queja evita denigrar o mostrar agresividad hacia la persona criticada. Esto sugiere que quejarse podría ser una estrategia social para ganar la afecto de un amigo, aunque no se perciba de inmediato como tal.
El investigador principal, Jaimie Krems, destaca que este estudio cuestiona la idea, antes popular, de la catarsis freudiana, que sugería que desahogarse ayuda a reducir la ira. Al contrario, desde los años 50, se ha demostrado que desahogarse no disminuye la ira e incluso puede amplificarla. Jaimie Krems y su equipo probaron una nueva hipótesis: la idea de que quejarse podría servir para reforzar las alianzas sociales.
Durante sus experimentos, los investigadores pidieron a los participantes que escucharan relatos donde un amigo se quejaba o criticaba a otro amigo. Los resultados mostraron que los participantes preferían al amigo que se quejaba sobre aquel criticado, pero solo en situaciones donde la queja no parecía agresiva. En caso contrario, se producía el efecto inverso: los participantes preferían al objetivo de la queja.
Los investigadores advierten sobre los efectos potenciales de esta estrategia social. Si la persona que se queja es percibida como agresiva o elige mal su tema o audiencia, los resultados pueden ser contraproducentes. Jaimie Krems subraya que esta competencia amistosa no es necesariamente consciente. No obstante, puede tener repercusiones significativas en la calidad y la durabilidad de las relaciones.
El estudio ofrece una nueva perspectiva sobre cómo las personas interactúan en sus amistades. A medida que la soledad se convierte en una preocupación creciente, comprender estas dinámicas puede ayudar a navegar mejor las relaciones sociales. Krems señala que las amistades, aunque a menudo se perciben como inofensivas, pueden a veces contener elementos de competencia subyacentes.