¿Por qué un día más en 2024? ¿Y por qué "bi" y no "cuatri" en "bisiesto"?

Publicado por Redbran,
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En nuestra vida cotidiana, regida por el calendario, 2024 se presenta como un año bisiesto, marcado por un día adicional: el 29 de febrero. Esta singularidad, esencial, amerita una explicación.

Un año bisiesto, como el de 2024, cuenta con 366 días en lugar de 365. Este día adicional, insertado en febrero, corrige un desajuste entre nuestro calendario y el tiempo real que la Tierra tarda en realizar una órbita alrededor del Sol. En realidad, un año solar dura aproximadamente 365,24 días. Sin los años bisiestos, este pequeño desfase se acumularía, desplazando gradualmente nuestra percepción de las estaciones.


El concepto de los años bisiestos se remonta a Julio César en 45 a.C., con la introducción del calendario juliano. Sin embargo, este sistema no era del todo exacto, lo que llevaba a un desfase de las estaciones y de celebraciones importantes. Para corregir estas irregularidades, el papa Gregorio XIII introdujo el calendario gregoriano en 1582. Este, más preciso, excluye como bisiestos a los años que terminan en 00, excepto aquellos divisibles por 400, como el año 2000.

Este sistema, que incluye años bisiestos cada cuatro años con ciertas excepciones y la adición ocasional de segundos intercalares, asegura que nuestros calendarios permanezcan alineados con el año solar. Aunque los años bisiestos son un concepto común en el calendario gregoriano, otros calendarios, como los hebreo, islámico, chino y etíope, tienen sus propias versiones del año bisiesto, pero con intervalos y cálculos diferentes.

La implementación de los años bisiestos, por lo tanto, es una solución ingeniosa a un problema astronómico, garantizando que nuestros calendarios se mantengan lo más cercanos posible a la realidad.

Bisiesto... Pero "bi" significa "dos", ¿no "cuatro"?


El uso del término "bisiesto" para designar los años que contienen un día adicional puede parecer paradójico, ya que "bi" significa "dos" y no "cuatro". No obstante, la explicación reside en la historia de la medición del tiempo.

En el antiguo calendario romano, antes de la introducción del calendario juliano por Julio César, los meses se organizaban de tal manera que cada año contaba con 355 días. Para alinear el calendario con las estaciones, los romanos añadían un mes intercalar cada dos años. Sin embargo, este sistema era imperfecto y llevaba a desajustes significativos.


César, con la ayuda del astrónomo Sosígenes, reformó este calendario en el 45 a.C., creando el calendario juliano. En este nuevo sistema, en lugar de agregar un mes entero, se optó por añadir un día adicional cada cuatro años en el mes de febrero. Esta reforma introdujo la noción de año bisiesto como lo conocemos hoy día.

El término "bisiesto" procede del latín "bis sextus dies ante calendas martii", que significa literalmente "el sexto día antes de las calendas de marzo repetido dos veces". En el antiguo calendario romano, los días a menudo se contaban hacia atrás desde las "calendas", o primer día del mes. Así, el 24 de febrero era tradicionalmente llamado "el sexto día antes de las calendas de marzo". Durante los años bisiestos, este día se contaba dos veces para reajustar el calendario con el año solar, de ahí la denominación "bisiesto".

En conclusión, "bisiesto" no se refiere al número cuatro, sino a la repetición (bi) de un día específico (el sexto día antes de las calendas de marzo) en el calendario juliano. Es esta repetición la que compensa la diferencia entre el año civil y el año solar.
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