El asteroide 2024 YR4, descubierto recientemente, ha captado el interés de los astrónomos por una razón inesperada. Aunque se ha descartado el riesgo de impacto con la Tierra, persiste una probabilidad de colisión con la Luna.
Las últimas observaciones revelan un 4,3 % de probabilidad de que este objeto celeste choque contra nuestro satélite natural el 22 de diciembre de 2032. Aunque baja, esta probabilidad sigue siendo lo suficientemente significativa como para justificar un seguimiento más detallado. Los científicos esperan hasta 2028 para refinar sus predicciones, cuando el asteroide vuelva a ser observable.
Un seguimiento minucioso para una trayectoria incierta
Detectado a finales de diciembre de 2024, el 2024 YR4 fue rápidamente clasificado entre los asteroides potencialmente peligrosos. Su diámetro estimado, entre 53 y 67 metros, lo convierte en una amenaza seria en caso de impacto. Inicialmente, los cálculos sugerían un riesgo de impacto terrestre de hasta un 3,1 %, antes de ser revisados a la baja.
Gracias al telescopio espacial James Webb, los astrónomos han podido ajustar su modelado orbital. Estos datos han permitido descartar cualquier peligro para la Tierra, pero también han revelado un ligero aumento en las probabilidades de un impacto lunar. El asteroide sigue estando demasiado lejos para nuevas observaciones antes de 2028.
Si se produjera una colisión, crearía un cráter de aproximadamente un kilómetro de diámetro. La energía liberada equivaldría a 6,5 millones de toneladas de TNT, un evento raro pero no exento de consecuencias.
Las implicaciones de un posible impacto
Una colisión con la Luna podría eyectar millones de kilogramos de escombros al espacio. Parte de este material podría ser atraído por la gravedad terrestre, formando una lluvia de meteoros. Estos fragmentos, aunque pequeños, representarían un riesgo para los satélites en órbita baja.
Las agencias espaciales ya están considerando misiones para desviar el asteroide si fuera necesario. La misión DART de la NASA demostró la viabilidad de tal maniobra en 2022. Sin embargo, una intervención tardía complicaría la operación, de ahí la importancia de una detección temprana.
Para mejorar la vigilancia, la ESA planea lanzar el satélite NEOMIR en la década de 2030. Este observatorio infrarrojo permitirá detectar asteroides que se acerquen desde la dirección del Sol, una zona ciega para los telescopios actuales.