💀 La verdad sobre la esperanza de vida: por qué no viviremos 100 años

Publicado por Adrien,
Fuente: Proceedings of the National Academy of Sciences
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Los espectaculares avances en la esperanza de vida observados durante el siglo XX en los países ricos bien podrían pertenecer al pasado. Un estudio reciente revela que el ritmo de las ganancias de longevidad se ha ralentizado considerablemente, cuestionando las proyecciones optimistas sobre el futuro de la duración de la vida humana.

Realizada por investigadores de varias instituciones prestigiosas, este análisis publicado en los Proceedings of the National Academy of Sciences se basa en datos demográficos detallados y diversos métodos de pronóstico de la mortalidad. Los científicos examinaron la evolución de la esperanza de vida en 23 países de altos ingresos y baja mortalidad, utilizando información procedente de la Human Mortality Database. Sus resultados indican una clara desaceleración de los progresos, con implicaciones profundas para la sociedad.


A principios del siglo XX, la esperanza de vida aumentaba cerca de cinco meses y medio por generación, pasando de 62 años para las personas nacidas en 1900 a 80 años para aquellas nacidas en 1938. Este progreso fulgurante se debía en gran medida a los avances médicos y a las mejoras en las condiciones de vida, que redujeron drásticamente la mortalidad infantil. Los países industrializados se beneficiaron de importantes progresos sanitarios, transformando radicalmente las perspectivas de longevidad en apenas unas décadas.

Para las generaciones nacidas después de 1939, el ritmo de las ganancias se ralentizó. Ninguna de las cohortes estudiadas, incluidas las nacidas en 1980, alcanzará en promedio los 100 años de edad. Se habla aquí de promedio, algunos individuos superarán los 100 años, pero esto seguirá siendo, como hoy, raro y puntual. Este hecho se explica porque las ganancias anteriores estaban principalmente impulsadas por la caída de la mortalidad infantil, ahora tan baja que ofrece poco potencial de mejora adicional. Los futuros progresos deberán venir de una mejor supervivencia en edades avanzadas, pero probablemente no serán suficientes para compensar la desaceleración observada.

Este estudio, aunque incierto frente a los imprevistos futuros como las pandemias o las innovaciones médicas, ofrece datos valiosos para la planificación de los sistemas de salud y las políticas sociales. Los gobiernos y los individuos quizás deban ajustar sus expectativas y sus estrategias a largo plazo, teniendo en cuenta un aumento más moderado de la esperanza de vida.

La esperanza de vida y su cálculo


La esperanza de vida es una medida estadística que estima el número promedio de años que una persona puede esperar vivir, basándose en las tasas de mortalidad del momento. A menudo se calcula al nacer y varía considerablemente según las regiones, las épocas y las condiciones socioeconómicas.

Para determinar este valor, los demógrafos utilizan tablas de mortalidad que recopilan las defunciones por edad en una población determinada. Estas tablas permiten proyectar los riesgos de mortalidad en cada etapa de la vida y deducir una duración de vida promedio. Los datos provienen a menudo de registros nacionales y bases de datos internacionales como la Human Mortality Database.

La esperanza de vida no es una predicción individual, sino un promedio para el conjunto de una cohorte. Puede verse influenciada por diversos factores, como los avances médicos, las condiciones sanitarias, el acceso a la atención médica, e incluso las catástrofes naturales o los conflictos. Comprender su evolución ayuda a anticipar las necesidades futuras en materia de salud pública y jubilación.

Con el tiempo, las mejoras en la prevención de enfermedades y la calidad de vida han llevado a aumentos significativos, pero como muestra el estudio, estas ganancias pueden ralentizarse cuando las causas de mortalidad más fácilmente evitables ya están controladas.

Los métodos de pronóstico de la mortalidad


Los métodos de pronóstico de la mortalidad son herramientas estadísticas utilizadas para estimar cómo evolucionarán las tasas de muerte en el futuro. Se basan en datos históricos y modelos matemáticos para identificar tendencias y extrapolar los escenarios posibles.

Entre los enfoques comunes, se encuentran los modelos de Lee-Carter, que descomponen la mortalidad en componentes relacionados con la edad y el tiempo, o los métodos basados en cohortes, que siguen grupos de personas nacidas el mismo año. Estas técnicas permiten a los investigadores simular diversos futuros, teniendo en cuenta factores como los progresos médicos o los cambios demográficos.

Aunque útiles, estos pronósticos conllevan incertidumbres, ya que no pueden anticipar todos los eventos imprevistos, como las epidemias repentinas o los descubrimientos científicos mayores. Los investigadores suelen utilizar varios métodos para comparar los resultados y obtener una visión más robusta.

En el estudio mencionado, se emplearon seis métodos diferentes para garantizar la fiabilidad de las conclusiones. Esto ayuda a minimizar los sesgos y a proporcionar estimaciones más precisas para la planificación a largo plazo de las políticas públicas e individuales.