Un estudio reciente revela que el esfuerzo mental, a menudo promovido en entornos profesionales y educativos, puede estar asociado a sensaciones desagradables. Este descubrimiento cuestiona la creencia de que las personas disfrutan de las actividades intelectualmente exigentes.
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Investigadores de la Universidad Radboud en los Países Bajos analizaron 170 estudios realizados entre 2019 y 2020, abarcando a 4.670 participantes de diversas profesiones y países. Este metaanálisis buscaba explorar la relación entre el esfuerzo mental y los sentimientos negativos, como la frustración, el estrés o la irritación. Los participantes, ya fueran trabajadores de la salud, militares, atletas amateurs o estudiantes, informaron que cuanto más intenso era el esfuerzo mental requerido, más incomodidades experimentaban.
Las tareas estudiadas fueron variadas, desde el aprendizaje de una nueva tecnología hasta la práctica de deportes o la orientación en entornos desconocidos. Los resultados son claros: independientemente del tipo de tarea o de la población estudiada, un mayor esfuerzo mental generalmente se acompaña de un aumento en los sentimientos negativos.
Sin embargo, una observación interesante surgió: la asociación entre el esfuerzo mental y los sentimientos negativos parece menos pronunciada en los estudios realizados en Asia en comparación con los llevados a cabo en Europa o América del Norte. Según Erik Bijleveld, investigador principal del estudio, esto podría estar relacionado con la historia de aprendizaje de los individuos. Por ejemplo, los estudiantes de secundaria asiáticos, que dedican más tiempo a sus tareas, podrían estar más habituados a soportar altos niveles de esfuerzo mental desde una edad temprana.
A pesar del carácter aversivo del esfuerzo mental, los investigadores señalan que las personas continúan involucrándose voluntariamente en actividades mentalmente exigentes. Por ejemplo, millones de personas juegan al ajedrez, una actividad reconocida por su complejidad cognitiva. Según Bijleveld, esto se explica por el hecho de que las recompensas percibidas, como la satisfacción o el éxito, pueden compensar las incomodidades relacionadas con el esfuerzo mental.
Finalmente, los investigadores destacan la importancia para los profesionales, especialmente ingenieros y educadores, de tener en cuenta estos resultados al diseñar tareas o herramientas. Sería prudente apoyar o recompensar a las personas cuando se enfrentan a tareas que requieren un esfuerzo mental sustancial, con el fin de reducir los sentimientos negativos asociados.