¿Podría ser la enfermedad de Alzheimer potencialmente transmisible? Esta es la pregunta que plantea un reciente estudio publicado en la revista
Nature Medicine. Al examinar el historial médico de ciertos pacientes, los investigadores descubrieron una conexión sorprendente entre los tratamientos hormonales recibidos durante su infancia y la aparición temprana de la enfermedad de Alzheimer.
Entre 1959 y 1985, a los niños con deficiencia de hormona del crecimiento se les administró hormona de crecimiento humano (hGH) extraída de cerebros de cadáveres. Este proceso, hoy prohibido, se utilizaba en el Reino Unido, Estados Unidos y Francia, antes de ser reemplazado por versiones sintéticas de la hGH. ¿La razón de esta prohibición? El riesgo de transmisión de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob (ECJ), un trastorno neurodegenerativo rápido y fatal.
El estudio en cuestión, llevado a cabo por un equipo de la University College London, siguió a ocho personas que recibieron este tratamiento en su infancia. Entre ellas, cinco desarrollaron síntomas de demencia precoz, que comenzaron entre los 38 y 55 años. Los análisis de las proteínas en el líquido que rodea sus cerebros y médulas espinales revelaron signos compatibles con el Alzheimer.
Lo que llama la atención aquí es la presencia de patologías amiloides-beta en el cerebro de estos pacientes, similares a las observadas en el Alzheimer. Estas proteínas, actuando como "semillas" de la enfermedad, podrían haberse transmitido durante el tratamiento con hGH. Sin embargo, es importante señalar que esta forma de transmisión sigue siendo excepcional y no se aplica a la forma más común de Alzheimer, que afecta al 90% de los pacientes y generalmente aparece después de los 60 años.
La importancia de este descubrimiento reside en la comprensión de los mecanismos de transmisión del Alzheimer. Aunque el riesgo de transmisión por procedimientos médicos es muy bajo, los autores del estudio recomiendan precaución en los tratamientos que involucran tejidos cerebrales humanos.
El estudio abre así un nuevo capítulo en la investigación sobre el Alzheimer, subrayando la complejidad de esta enfermedad y la importancia de la vigilancia en las prácticas médicas.