En 2011, un terremoto de magnitud 9,1 frente a la costa de Japón desencadenó un devastador tsunami, famoso en particular por haber provocado el desastre nuclear de Fukushima. Trece años después, un equipo internacional ha logrado una hazaña técnica sin precedentes: perforar a 8.000 metros de profundidad para estudiar la falla responsable de esta catástrofe.
Esta misión, denominada JTRACK, tiene como objetivo comprender los mecanismos de los mega-terremotos y mejorar la prevención de riesgos sísmicos. Gracias a tecnologías de vanguardia y una colaboración internacional, los científicos han podido explorar las profundidades de la zona de subducción, donde la placa del Pacífico se hunde bajo Japón.
Un desafío tecnológico fuera de lo común
Perforar a tales profundidades representa un desafío colosal. El buque de perforación
Chikyu tuvo que maniobrar con una precisión extrema para posicionar la barrena de perforación, comparada con un "espagueti mojado" debido a las corrientes marinas. Los investigadores instalaron luego sensores ultrasensibles para medir los movimientos de fluidos y las tensiones geológicas.
Esta operación permitió recopilar datos inéditos sobre la falla, en particular sobre su cicatrización después del terremoto de 2011. Los científicos esperan así comprender mejor cómo las zonas de subducción acumulan y liberan energía sísmica.
La falla de Tōhoku bajo vigilancia
El terremoto de 2011 provocó un deslizamiento de la falla de más de 50 metros, desencadenando un tsunami devastador. Los datos recopilados durante la misión JFAST, en 2012, ya habían revelado anomalías térmicas relacionadas con la fricción durante el terremoto. Hoy, JTRACK permite observar cómo la falla evoluciona y se repara con el tiempo.
Los investigadores también perforaron en la placa del Pacífico antes de su subducción, para estudiar sus propiedades mecánicas. Esta información es crucial para anticipar futuros terremotos y tsunamis en la región.
Implicaciones para la prevención de riesgos
Los resultados de JTRACK podrían revolucionar nuestra comprensión de los mega-terremotos. Al analizar los ciclos sísmicos y la cicatrización de las fallas, los científicos esperan mejorar los modelos de predicción de riesgos. Estos avances son esenciales para proteger a las poblaciones que viven cerca de las zonas de subducción.
Los datos recopilados se publicarán en los próximos años, ofreciendo nuevas perspectivas sobre la dinámica de las fallas y los mecanismos de desencadenamiento de terremotos. Esta misión marca un hito importante en el estudio de los riesgos sísmicos a escala mundial.
¿Qué es una zona de subducción?
Una zona de subducción es una región donde una placa tectónica se hunde bajo otra, provocando fenómenos geológicos mayores. Estas zonas suelen ser el escenario de terremotos poderosos y tsunamis, ya que los movimientos de las placas generan enormes cantidades de energía.
Cuando dos placas se encuentran, la más densa se hunde en el manto terrestre. Este proceso, lento pero continuo, puede durar millones de años. Sin embargo, a menudo está marcado por bloqueos temporales, donde la energía se acumula hasta que la falla se rompe, provocando un terremoto.
Las zonas de subducción son responsables de los mayores terremotos jamás registrados, como el de Tōhoku en 2011. También desempeñan un papel clave en la formación de volcanes y montañas, influyendo en la geografía y geología de nuestro planeta.
Al estudiar estas zonas, los científicos buscan comprender mejor los mecanismos de los terremotos y mejorar los sistemas de alerta temprana. Estas investigaciones son esenciales para proteger a las poblaciones que viven cerca de estas regiones de alto riesgo.