El Sol pronto en "zona de combate": un período de turbulencias extremas ☀️

Publicado por Cédric,
Autor del artículo: Cédric DEPOND
Fuente: Linker Space
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Vientos solares impresionantes, agujeros coronales gigantes y auroras espectaculares: eso es lo que promete la "zona de combate", una fase poco conocida pero temida del ciclo solar. Este fenómeno podría perturbar los satélites y dejar una marca duradera en nuestro cielo nocturno.


El ciclo solar, con una duración de 11 años, se acompaña de fases alternadas de baja y alta actividad magnética. Actualmente, el Sol se encuentra acercándose a su máximo solar, esperado para 2025. Este pico de actividad, ya visible, se caracteriza por un aumento en las erupciones solares y las tormentas geomagnéticas.

Tras este máximo, nuestra estrella enfrentará una etapa crítica: la "zona de combate". Este término, popularizado por los expertos de Lynker Space, se refiere a un período en el que dos ciclos magnéticos solares entran en competencia, desencadenando perturbaciones significativas. Esta fase se caracteriza por la aparición de agujeros coronales, que son fuentes de vientos solares potentes.

Estos vientos, compuestos de partículas cargadas, viajan a velocidades vertiginosas de 700 km/s. Cuando alcanzan la Tierra, pueden perturbar los satélites en órbita, alterar las comunicaciones e incluso desorientar los sistemas GPS. Estos fenómenos, que ya son monitoreados, podrían intensificarse en 2025.

Esta agitación se verá además amplificada por lo que se conoce como el "ciclo de Hale", que corresponde al final de un período de 22 años. Al cierre de este ciclo, las bandas magnéticas solares se encuentran, creando una tensión que favorece aún más la aparición de los agujeros coronales.

Para los astrónomos, esta "zona de combate" es un verdadero campo de investigación. Es difícil de prever con precisión, pero sus impactos son muy reales. Hasta la fecha, misiones como el Solar Dynamics Observatory vigilan estos agujeros coronales, buscando anticipar los vientos solares más violentos.

Además, esta fase podría ofrecer un espectáculo celeste único: auroras visibles en latitudes inusuales, iluminando los cielos con destellos coloridos. Una oportunidad rara para los amantes de los fenómenos naturales.

Si bien las consecuencias en la Tierra son limitadas para la población general, el mayor desafío recae en las infraestructuras espaciales. Los operadores de satélites ya se están preparando para enfrentar estas pruebas tecnológicas y minimizar los riesgos asociados a las anomalías geomagnéticas.

El Sol, a pesar de su distancia, sigue ejerciendo una influencia significativa en nuestro planeta. Observar y comprender sus ciclos sigue siendo esencial para anticipar sus caprichos, a veces imprevisibles pero siempre interesantes.
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