Estos sonidos urbanos que minan nuestra salud mental 🚗

Publicado por Cédric,
Autor del artículo: Cédric DEPOND
Fuente: PLOS ONE
Otros Idiomas: FR, EN, DE, PT
Un amanecer en plena naturaleza, acompañado por el canto de los pájaros, tranquiliza instantáneamente. Pero si añadimos a esta escena el rugido de un motor o el sonido de un claxon, la magia desaparece. Esta disonancia sonora podría desempeñar un papel determinante en nuestra salud mental.

Un estudio reciente llevado a cabo por la University of the West of England pone de manifiesto los efectos contrastantes entre los sonidos naturales y los antropogénicos. Los investigadores pidieron a 68 voluntarios que escucharan diferentes paisajes sonoros: un entorno natural puro, una versión alterada con ruidos de tráfico a baja velocidad (30 km/h) y otra a mayor velocidad (60 km/h).


Los resultados son claros. La exposición exclusiva a sonidos naturales reduce el estrés y la ansiedad, al tiempo que mejora la recuperación después de una situación estresante. Por el contrario, cuando se combinan sonidos naturales con ruidos de tráfico, estos beneficios se ven limitados, con un impacto aún más pronunciado a medida que aumenta la velocidad de los vehículos.

¿Por qué ocurre este efecto? Los sonidos antropogénicos, como el tráfico rodado, suelen dominar el paisaje sonoro urbano. Al enmascarar los sonidos de la naturaleza, interfieren con nuestra capacidad para relajarnos, aumentando así nuestro nivel de estrés.

Esta observación se inscribe en una dinámica más amplia. Estudios anteriores ya han demostrado que los sonidos naturales, como el oleaje o el canto de los pájaros, contribuyen a reducir la presión arterial y a estabilizar el ritmo cardíaco. El ruido del tráfico, por otro lado, se asocia a un aumento de los trastornos del sueño e incluso a síntomas de depresión.

Para los investigadores, una de las soluciones más simples consiste en reducir la velocidad de los vehículos, especialmente en entornos urbanos. Esto no solo reforzaría la seguridad, sino que también preservaría un entorno sonoro más favorable al bienestar.

Paralelamente, sugieren reestructurar los espacios públicos para promover la inmersión sonora en la naturaleza. Añadir zonas verdes o corredores sonoros naturales podría ayudar a mitigar los efectos dañinos de los ruidos urbanos.

Estos trabajos, publicados en PLOS ONE, destacan la importancia de considerar el sonido como un elemento clave de nuestro entorno. A medida que las ciudades se expanden cada vez más, devolver un lugar a los sonidos de la naturaleza no es un lujo, sino una necesidad para nuestra salud mental.

A nivel individual, prácticas simples como dar un paseo por el bosque o junto al mar ya podrían constituir una escapatoria beneficiosa frente a las molestias sonoras de la vida urbana.

¿Por qué los sonidos naturales calman nuestra mente?


Los sonidos de la naturaleza, como el canto de los pájaros o el murmullo de las olas, tienen un impacto directo en nuestro sistema nervioso. Al activar el sistema parasimpático, disminuyen el ritmo cardíaco y reducen la presión arterial.

Estos sonidos también estimulan la liberación de dopamina, una hormona asociada al bienestar, fomentando así un estado de relajación. Por el contrario, los ruidos urbanos suelen desencadenar una respuesta de estrés, activando el sistema nervioso simpático.

Los paisajes sonoros naturales actúan como "micro-pausas" para el cerebro, reduciendo la actividad en las zonas asociadas con la ansiedad y mejorando la concentración.

En las ciudades, integrar espacios verdes donde los sonidos naturales predominen podría ofrecer un refugio sonoro esencial, beneficioso para la salud mental y física.
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