Sus resultados, publicados en la revista American Journal of Biological Anthropology, revelan similitudes y diferencias clave con los humanos, y sugieren que simples ajustes posturales podrían haber desempeñado un papel crucial en el surgimiento de una bipedación más eficiente en nuestros ancestros.
Imagen de ilustración Pixabay
Caminar sobre dos piernas de manera erguida nos parece hoy algo completamente natural. Sin embargo, esta forma de desplazamiento, propia de los humanos, es el resultado de un largo proceso evolutivo cuyos mecanismos aún son poco comprendidos y son objeto de numerosos estudios en antropología biológica.
Un equipo de investigadores de los laboratorios Historia Natural de las Humanidades Prehistóricas (HNHP), Antropología bio-cultural, Derecho, Ética y Salud (ADES) y de la Estación de Primatología (SdP), ha explorado recientemente esta cuestión estudiando la marcha bípeda de los babuinos.
Aunque principalmente cuadrúpedos, estos primates a veces se desplazan sobre dos piernas. Su postura, con las caderas y rodillas flexionadas, difiere sin embargo de la nuestra y requiere más energía. No obstante, esta forma de caminar podría representar una etapa intermedia en la evolución de nuestra bipedación. De hecho, todos los primates no humanos que caminan en bipedación tienen los miembros flexionados, lo que sugiere que la bipedación humana provendría de una forma ancestral similar.
Para profundizar en este tema, los científicos analizaron los desplazamientos de 17 babuinos, jóvenes y adultos, midiendo sus movimientos corporales y las transferencias de energía durante 40 pasos. Al comparar estos datos con los de los humanos, buscaron comprender los mecanismos de una marcha más económica.
Ejemplos de intercambio de energía (potencial y cinética) en el tronco y en la pierna en humanos y babuinos durante la marcha bípeda. Existen grandes diferencias en el tronco, pero la pierna se mueve de manera similar en humanos y babuinos, aunque las posturas no sean las mismas.
Sus resultados muestran, en primer lugar, que la eficiencia energética varía con la edad: los babuinos jóvenes caminan de manera diferente a los adultos. Además, los babuinos recuperan mucha menos energía de un paso a otro que los humanos. Sin embargo, ciertas partes del cuerpo, como los muslos y las piernas, presentan movimientos similares. Por el contrario, los movimientos del tronco y los brazos están mucho menos coordinados, lo que provoca importantes pérdidas de energía.
Por lo tanto, bastarían pequeños ajustes, especialmente en el tronco, para mejorar significativamente la eficiencia de la marcha bípeda en estos primates. Este resultado respalda la idea de que nuestros ancestros pudieron adoptar gradualmente una marcha más eficiente modificando ligeramente su postura y coordinación corporal, sin necesidad de una transformación radical inmediata.
Secuencia típica de marcha bípeda en babuinos.
Este estudio propone una nueva forma de pensar la evolución de la bipedación: no como una revolución repentina, sino como un refinamiento progresivo, compuesto por pequeñas ganancias energéticas acumuladas. Una hipótesis que sitúa los gestos más simples, como caminar, en el corazón de nuestra historia evolutiva.